Las fuentes más importantes de la energía son los carbohidratos. Las necesidades de energía se dividen entre las de mantenimiento de la vaca lechera y las de producción. Sin aportaciones de energía en la alimentación de las vacas, las bacterias del rumen no pueden convertir las proteínas y disminuye la producción de leche. Los forrajes pueden contener desde un 30% a un 90% de fibras, aumentándose con la madurez de las plantas. Al aumentar la fibra, aumenta el contenido de lignina lo cual hace menos disponibles los carbohidratos a los microbios del rumen de las vacas. Como resultado, el valor energético del forraje se reduce. Por estos motivos, los forrajes deben ser cosechados o pastoreados en una etapa joven de las plantas para maximizar su aporte energético. (El maíz forrajera ensilado es una excepción por el alto contenido de almidón digestible en sus granos, pero en el caserío Vista Alegre el maíz es un suplemento importada a la alimentación ganadera, no es un recurso disponible en sus campos). Las leguminosas contienen un promedio del 60% de hidratos de carbono. Las gramíneas aportan más energía, por ejemplo el dactilo (Dactylis glomerata), la festuca (Festuca sp.) o el ray-grass (Lolium sp.).

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